miércoles, 3 de abril de 2013

Piezas de Nanotecnología en los Urales

En 1992, en los Montes Urales, mientras unos geólogos rusos que se hallaban en la región de Narda Creek trabajando en busca de minerales hicieron un sorprendente y muy inesperado hallazgo. En unos estratos de terreno de entre 20.000 y 318.000 años de antigüedad hallaron cientos de objetos minúsculos en forma de espiral que parecían ser artificiales. La sorpresa fue aún mayor cuando en los Laboratorios del Instituto de Investigación Geológica de Metales Nobles de Moscú analizaron aquellas extrañas piezas. Eran piezas en forma espiral de apenas 3 centímetros, siendo la más pequeña de sólo 0,003 milímetros. Algunas piezas estaban compuestas por Cobre y otras por aleaciones de Molibdeno y Wolframio. Algunas piezas, según desvelaron posteriores análisis, tenían una capa vítrea, y algunos científicos creen que se trate de antiguos solenoides. La manufactura de las piezas parecía estar basada en la nanotecnología, es decir, piezas de muy reducido tamaño que se emplean para modificar las estructuras atómicas y moleculares y crear así máquinas y piezas a partir del reordenamiento atómico. Esta disciplina se logró aplicar por primera vez con éxito en los años 70 del siglo XX. Por tanto es impensable pensar que estas piezas pudieran estar enterradas entre 3 y 12 metros de profundidad y con una antigüedad de unos 300.000 años.

Algunas de las piezas de Nanotecnología (la linea es de 1 mm)


Guerra antediluviana

Algunos científicos y ufólogos sostienen la belicosa posibilidad de que fueran parte de armamento alienígena, en una guerra prehistórica. Supuestamente los extraterrestres escogieron nuestro planeta como un enclave para alguna guerra, o como su particular campo de prácticas militares, con un armamento similar al nuestro. Pues otro dato interesante es que piezas con capa vítrea, en espiral, se pueden hallar únicamente en campos de entrenamiento militar de Estados Unidos. o de Rusia.

Conclusión

Es un hallazgo sin precedentes, y sin duda alguna despierta mucho interés el hecho de que hubiera semejantes piezas de tan avanzada tecnología cuando aun el hombre de Neandhertal recorría las amplias praderas del Pleistoceno. ¿De donde vienen? ¿Quien las forjó? ¿Para qué? son preguntas que aun hoy no tienen respuesta. 
Sea como fuere, sólo cabe pensar que hubo vida inteligente que dejó esos objetos ahí, hace milenios.

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